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Cuidando de los oídos del bebé.


Hay que tener en cuenta que los oídos del bebé son mucho más delicados que los nuestros y requieren más cuidados y atenciones para mantenerse sanos y funcionar bien.

Desde la semana 16 de embarazo, los huesecillos del oído interno del feto vibran con los sonidos que se producen en el interior del cuerpo materno, como los latidos de su corazón. Y en la semana 20 ya registran sonidos (amortiguados) del exterior.


Poco después se establecen conexiones nerviosas entre el oído y el cerebro del bebé y así “aprende” a oír y a reaccionar ante los diferentes sonidos.


Sistema de Autolimpieza


Hasta los 6 meses de vida, los oídos de los bebés son mucho más delicados que los nuestros porque su canal auditivo es más corto y, por tanto, más expuesto al polvo, al aire, al agua y al frío. Por eso, para evitar problemas de oídos a tu bebé debes limpiárselos y protegérselos bien.


A las pocas semanas de nacer, tu pequeño empezará a segregar cerumen, una sustancia blandita y amarillenta que protegerá sus oídos de agentes agresivos externos y posibles infecciones.


El oído cuenta con un mecanismo natural de eliminación de la cera: se desliza lentamente hacia el exterior, impulsada por los movimientos que el bebé realiza mientras se alimenta. Por ello no debes quitar a tu hijo la cera que tenga dentro del conducto auditivo, sino sólo la que le veas por fuera.


Hazlo con la punta de una gasita seca (no con algodón, que suelta pelitos) o con un bastoncillo para los oídos, pero no se lo metas por dentro. Si lo haces, empujarías la cera hacia dentro y podrías dañarle el tímpano.


Prevención

Antes de bañarle, asegúrate de que no llegan corrientes de aire directas al cuarto donde vas a poner su bañerita, porque puede quedarse frío y resfriarse y también porque hay más riesgo de que coja una otitis.


Esta alteración es la inflamación del oído medio y resulta muy dolorosa. Sabrás que tu hijo está afectado por ella si se muestra inquieto, le cuesta conciliar el sueño, se lleva las manitas a las orejas (o a una de ellas) y, sobre todo, si al presionarle la zona inferior del oído llora a gritos.


Llévale al pediatra y medícale tal y como él o ella te indique (si le receta gotas óticas, antes de echárselas calienta el frasco entre las manos, para que no le moleste la temperatura).


Mientras le bañas, intenta que no le entre agua en los oídos y cuando le saques de la bañera, sécalos con suavidad, con una toalla seca. Si crees que le ha entrado agua, recuestalo y ponle la cabecita hacia ese lado, hasta que el líquido drene.


Cuando salgas a la calle, sigue cubriéndole la cabeza con un gorro que le tape bien las orejas, como has estado haciendo desde que nació, para evitar que se le enfríen. Y no te preocupes si aun así se le ponen rojas. Esto se debe simplemente a que las tiene muy vascularizadas.


Otra precaución importante para prevenir posibles problemas de oídos a tu pequeño es no darle jamás el biberón mientras está acostado. En esta posición puede entrar parte de la leche a la trompa de Eustaquio y de ahí al oído medio, produciéndole una dolorosa otitis. No lo olvides: para darle la toma, sostenlo siempre en brazos.

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